martes, 15 de marzo de 2011

Así era

El reflejo del dolor a través de los ojos de una niña, una niña que vive inmersa en su propia realidad para no ver lo que sucede a su alrededor, para no creer en la realidad, esa dolorosa realidad. Una niña que aún no es capaz de distinguir dolor y placer. Que cree que todo es perfecto y no se percata de su propio sufrimiento.
Una niña que creció, una niña a la que un día y de pronto, se le endureció la mirada sin razón aparente. Una niña a la que, ya mujer,  le cuesta mostrar sus sentimientos porque no le gusta sentirse desprotegida ante nadie, que no derrama una lagrima por nada ni nadie. Una fuerza sobrehumana para no mostrar ni un solo sentimiento, fría como el hielo, dura como una roca. Así era, así quería ser… 

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